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ISSN 1989-4163

NUMERO 11 - MARZO 2010

 

Carta Anacrónica

Luís Amézaga

Carta

 

Austen, escríbeme cada día, no dejes que el tiempo pase sin la gloria de ser narrado por la mano incisiva que traduce los sentidos. No permitas que los hierros de la cama ortopédica de un hospital endurezcan el corazón despierto. Escríbeme para que mis ojos cansados de literatura descreída vuelvan a saltar sobre el lecho de un amor aún por exprimir. No sé si te contestaré, apenas me queda fe en mis palabras, en su veracidad. Pero puedo leer, ese don sí lo conservo. Para ti es un consuelo escribir sobre lo que no pudo materializarse por falta de excelencia en el cotidiano abrir y cerrar de puertas. Para mí es un consuelo leer lo que una mujer puede amar sin saberlo. Me siento cursi, necesito la cursilería en esta noche de ecos tartamudos, con mis febriles ensoñaciones donde caballos blancos sobre lava volcánica relinchan de dolor y los modales del borracho me conmueven. La edad es un impedimento en la pareja cuando uno tiene esperanzas y el otro sólo recuerdos. Austen, estás sola y dices que muy feliz. ¿Por qué escribes entonces?

No, no soy de los que piensan que sólo el escritor desgraciado es talentoso, pero sí suele ser un motor infalible de escritura. La felicidad adormece, acuna, y se tiene la prevención de no hacer nada que la espante. Tú escribes y te lo agradezco. Sigue con tus cartas de las que saboreo hasta el sello. Querida Jane, imagino tu espalda gozándose con las paredes empapeladas del escritorio donde pariste orgullo y prejuicio, imagino suavidades ahora que mi vida yace bajo los bruscos efectos de la enfermedad por compasión. Es el alma quien enardece el cóctel químico, o es el tubo de ensayo del que surgen entelequias con pretensiones de evitar la caducidad. Háblame de amor aunque no sepas de qué hablas. Escríbeme, querida Jane, con sentido y una sensibilidad que en mí está descarriada. Conversemos en voz baja, como todo buen libro exige. Dejemos los grandes recitales, los aparatosos discursos de presentación para el mundo mágico de la apariencia. Escríbeme tus saludables cartas llenas de interioridad con vistas. Escríbeme, pues he estado durante mucho tiempo preparándome para ser un buen lector.

Tuyo.
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Luis Amézaga

 

 
 

Sotana

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